¿Sabías que el sistema antibloqueo de frenos ABS, siglas de Anti Lock Braking System, es uno de los dispositivos de seguridad más importante en coches y motocicletas? Su misión es evitar que los frenos se bloqueen en una frenada de emergencia y permite que el conductor mantenga control sobre la dirección.
Es una tecnología antigua. Debes saber que nació en los años 30 del siglo pasado como una idea del fabricante Bosch para los aviones. Ya en los 70, cuando la electrónica lo permitió, Bosch evolucionó el ABS para vehículos convencionales y lo estrenó con un Mercedes Clase S en 1978. Tan solo una década después también aparecería el OBD del coche, otro de los sistemas del vehículo que ayudan a una conducción más segura.
La idea del ABS te puede parecer sencilla, pero no lo es. Piensa que, cuando un vehículo frena bruscamente, las ruedas se bloquean y se deslizan sobre la superficie. Eso hace que, por mucho que se gire el volante, el vehículo siga su trayectoria recta, con lo que puede colisionar con cualquier obstáculo sin que el conductor pueda cambiar la dirección. Se podría liberar el freno para recuperar el guiado, pero entonces no se detendría el vehículo. La solución es el sistema de frenos ABS.
Se trata de un dispositivo que es capaz de mantener el frenado intenso y, al mismo tiempo, liberar los frenos momentáneamente para que las ruedas obedezcan a la dirección. Lo interesante para ti como conductor es que funciona de forma automática: no tienes que hacer nada.
El principio de funcionamiento es relativamente sencillo: aliviar brevemente la presión de los frenos para que las ruedas agarren. Y esta acción se repite hasta 15 veces por segundo. Así, el ABS “aprieta” y “suelta” los frenos muchas veces, aunque tú mantengas el pedal de freno apretado. Gracias a esas rápidas liberaciones, el conductor podrá ir girando y, al mismo tiempo, frenará con intensidad.
Para lograr el frenado, el ABS funciona junto al sistema de frenos normal y utiliza un número relativamente bajo de elementos. El principal es una unidad de control, ECU, que se encargará de activar y desactivar el sistema. Después, hay una serie de sensores colocados en cada rueda. Su trabajo es detectar cualquier deslizamiento, pérdida de adherencia y, sobre todo, bloqueos.
En el sistema encontrarás una bomba que va situada en el circuito de frenado y que envía líquido de frenos o lo retira, en función de lo que corresponda en cada momento. Por último, un conjunto de válvulas actúa directamente sobre los frenos: regulan el paso del líquido para liberar su presión o para que las pinzas presionen de nuevo. Todo el mecanismo es controlado por los procesadores de la ECU, que hacen calcular la fuerza de la frenada y la velocidad de giro de cada rueda.
Mientras, tú, como conductor, frenarás con toda la fuerza que puedas y solo sentirás un leve movimiento en el pedal del freno, como si rebotara. Es el golpeteo producido por los intervalos de presión y relajación en el sistema. Eso es todo lo que notarás. Mientras, podrás girar sin esfuerzo y podrás esquivar cualquier objeto.
El ABS va conectado por defecto, aunque siempre hay un mando para desconectarlo. Este mando te permite desactivar el ABS en situaciones en las que puede resultar contraproducente. Esto puede ser, por ejemplo, cuando el suelo es muy deslizante, como pasa sobre la nieve. Al acelerar sobre la nieve, las ruedas pierden adherencia, pero el coche avanza, porque los neumáticos abren un surco en la nieve y acaban por agarrarse. Sin embargo, el ABS puede detectar la pérdida de adherencia y entrar en funcionamiento, frenando parcialmente el coche, lo que dificultaría su avance. Por eso, si vas a circular sobre nieve, es mejor que desactives tu ABS.
En cambio, con suelo mojado, te ayudará a frenar mejor y a evitar situaciones de peligro, como el temido aquaplaning, que se produce cuando los neumáticos no son capaces de drenar toda el agua que encuentran.
En las motocicletas, especialmente en las de gran cilindrada, ya es habitual el ABS. Igual que en otros vehículos, el sistema impide que las ruedas se bloqueen y facilita al piloto el control de la dirección. De hecho, los bloqueos de rueda delantera terminan fácilmente en caída, con lo que el ABS es de gran ayuda.
En el caso de las motos, el ABS es más sutil. Ya sabes que estos vehículos no toman las curvas de forma vertical, sino que se inclinan. Así, si frenas en plena curva, el ABS actúa con mucha suavidad para evitar cualquier brusquedad que pueda derribarte. Este es uno de los sistemas de protección para motoristas en carretera que no se deben pasar por alto.
Mantener en óptimas condiciones tu ABS es muy sencillo: solo tienes que vigilar que no falte líquido en el circuito de frenos. De esa forma, se evitarán burbujas en los tubos y todo funcionará perfectamente.
Como ves, el sistema ABS del coche es mucho más que un simple complemento para tu vehículo. Puede ser la diferencia entre un susto y un accidente muy grave.
