El nuevo Reglamento de Circulación, aprobado el 10 de noviembre de 2020, establece el límite de velocidad a 30 km/h para las vías urbanas de sentido único. Esta nueva ley, que entró en vigor el 11 de mayo de 2021, afecta a más de un 60 % de las calles en todo el país y no es el único cambio que introduce. Todo ello con el objetivo de hacer las ciudades más seguras para los peatones y más respetuosas con el medio ambiente.
En el nuevo reglamento se establecen, además, un límite de 20 km/h en las vías que no dispongan de acerado y de 50 km/h en las calles con dos o más carriles en cada sentido.
Algunos de estos cambios ya han sido implantados en diferentes localidades españolas para garantizar el tránsito de las personas por las vías más concurridas o muy estrechas. Ahora, el cumplimiento se hace extensivo para todo el territorio nacional y tendremos que acostumbrarnos a los nuevos límites de velocidad en un plazo, aproximado, de seis meses.
En el nuevo reglamento se establecen los límites generales de velocidad en las vías urbanas de la siguiente forma:
Cuando hablamos de carriles de circulación nos referimos a los utilizados por todos los usuarios, quedando excluidos de esta consideración los carriles reservados para el transporte público. Por tanto, una vía con dos carriles en cada sentido, uno de ellos reservado para el autobús, tendrá un límite de circulación de 30 km/h.
En travesías de localidades urbanas el límite general es de 50 km/h. Para el caso de mercancías peligrosas, este máximo baja a 40 km/h, siempre con la pertinente señalización específica.
En el caso de que la travesía discurra a través de una autovía, el límite de circulación será de 80 km/h o superior, si la autoridad titular de la vía lo considera oportuno y previa señalización de la misma.
Desde hace años son muchos los ayuntamientos que venían demandando a la Dirección General de Tráfico una normativa que restringiese los límites de circulación en las travesías y los cascos urbanos. No solo para reducir el riesgo de atropellos, que disminuyen sensiblemente al establecer el límite en los 30 km/h, sino para favorecer la convivencia entre los vehículos, con y sin motor, que circulan por las ciudades.
De este modo coches, motocicletas, bicicletas, y actualmente patinetes eléctricos, deben poder circular en armonía y con un riesgo bajo de siniestralidad, especialmente para los más vulnerables.
Otra razón de peso para adoptar estas medidas ha sido la de hacer de las ciudades espacios con menos contaminación, tanto de tipo ambiental como acústico. El aumento de vehículos a motor ha supuesto que determinadas zonas urbanas, especialmente las del centro, resulten insalubres para sus habitantes por la mala calidad del aire y el ruido insoportable de día y de noche.
Sí, los nuevos límites de circulación son aplicables a todas las localidades del territorio nacional, sea cual sea la extensión y el número de habitantes que tenga.
Para que todos cumplamos la nueva normativa, la DGT ha dispuesto una serie de multas en función de la infracción que supondrán no solo la sanción monetaria, sino también la retirada de puntos.
Estas sanciones oscilan entre 100 y 600 euros, dependiendo de que la infracción se considere grave o muy grave, y la retirada de 2 a 6 puntos del carné como máximo.
Con esta medida, España se une a otros países europeos que ya limitan las velocidades máximas dentro de sus localidades. La ciudad alemana de Buxtehude fue en 1983 la pionera en establecer el límite de velocidad de 30 km/h en el centro de la localidad.
A partir de ella, han sido muchas las pequeñas y grandes urbes que han aplicado este criterio. Ciudades como Londres, Dublín, París, Bruselas, Lyon, Roma, Milán, Berlín, Viena, Estocolmo, Copenhague y Helsinki ya cuentan con normativas que establecen el límite de los 30 km/h en los cascos urbanos y travesías, pese a que los límites de velocidad en Europa son muy variopintos.
En España, la ciudad de Pontevedra fue la primera en establecer en 2010 la obligatoriedad de transitar a esta velocidad en todas sus calles, consiguiendo reducir notablemente la siniestralidad.
Rebajar el límite de velocidad a 30 km/h contribuye a salvar vidas humanas y a mejorar el medio ambiente de las ciudades. Además, el tráfico mejora, se hace más fluido y los conductores sufren menos estrés al volante.