El puente de Segovia y otros puentes sobre el Manzanares


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Emesa
Publicado el 12/06/2025
puente de segovia

La capital es el hogar de algunos de los mejores puentes de España, y el puente de Segovia de Madrid es buena muestra de ello. El motivo hay que buscarlo en el siglo XVII, en concreto en el año 1561, cuando Felipe II decide llevar la corte a la actual capital de España.

Así, el río Manzanares pasó de la noche a la mañana a ser el río de una de las capitales más importantes del mundo. Su poco caudal no le ha impedido dotar a Madrid de una serie de puentes que se han convertido en magníficas expresiones de las sociedades que los construyeron.

Con la ayuda del ingeniero de caminos, canales y puertos, Carlos Polimón Olabarrieta, hacemos un repaso a la historia de los puentes sobre el Manzanares.

Puente de Segovia

Las obras del puente de Segovia se encargaron al maestro mayor de obras del rey, Gaspar de Guzmán, quien comienza la obra en 1574. Muere cuando se estaban construyendo las cimentaciones, por lo que el rey encarga la continuación del trabajo al arquitecto Juan de Herrera, que por aquel entonces estaba terminando la construcción de El Escorial. De hecho, los canteros que trabajaban en el monasterio participaron en el diseño de la cantería del puente.

Así, el puente de Segovia se convierte en un reflejo del reinado de Felipe II: sin decoración y austero, pero a la vez con una labra magnífica y un gran cuidado de las formas. Además, es el puente más antiguo de Madrid de todos los que se conservan en la actualidad.

Antes de la Guerra Civil se iniciaron las obras de ampliación del puente con una decisión que hoy sería impensable: pasar de tener 9 metros de ancho a los 31 metros actuales. Para ello, el puente se desmontó sillar a sillar, se desplazaron sus paramentos 11 metros cada uno hacia el exterior y, una vez reconstruido, se completaron los 22 metros de bóveda del centro.

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Puente de los Franceses

En la zona norte de Madrid, se encuentra este puente que soporta la vía del tren, de intenso color rojizo. Data de comienzos de la primera mitad del siglo XIX, cuando el ferrocarril empezaba a ser parte de la vida de los españoles.

Su nombre se debe a sus constructores, que eran de nacionalidad francesa, y que también habían construido la cercana estación de tren de Príncipe Pío. Sin embargo, el puente tiene una impronta completamente madrileña y castellana, que puede verse en el contraste entre el ladrillo rojo y el granito decorativo, que recuerda a tantos edificios de la ciudad, como por ejemplo la Plaza de la Villa.

A escasos metros del antiguo puente de los Franceses, se encuentra el nuevo puente de los Franceses. Inaugurado en 1998, por él pasa la carretera de Castilla y entra en la ciudad. El puente tiene algunas de las características reconocibles de los puentes de Javier Manterola, como el mínimo número de puntos de apoyo posibles.

Puente de la Reina Victoria

Ubicado a la altura de la ermita de San Antonio de la Florida, donde descansan los restos del pintor Francisco de Goya bajo sus famosos frescos, este puente es uno de los más bonitos de Madrid.

Como muchos puentes urbanos de principios del siglo XX, esconde alguna trampa. En las primeras décadas del siglo pasado, en las ciudades se consideraba que los materiales creados por el hombre, como el hormigón y el acero, eran innobles. Por este motivo, se encargaba el diseño estructural de los puentes a un ingeniero y su decoración a un arquitecto.

Así, el puente de la Reina Victoria fue diseñado por el ingeniero de caminos José Eugenio Ribera y decorado con sobriedad por el arquitecto Julio Zapata. La vista exterior da la idea de un puente de piedra con gran ligereza visual gracias a sus arcos y apoyos, pero eso no es más que un forro que esconde la verdadera naturaleza del puente, que es el hormigón armado, no tan ligero cómo podría parecer.

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Puente del Rey

El Puente del Rey, ubicado en el distrito de Moncloa-Aravaca de Madrid, cruza el río Manzanares y conecta la glorieta de San Vicente con la Casa de Campo y la avenida de Portugal, vía que desemboca en la autovía de Extremadura (A-5). Construido a principios del siglo XIX según el proyecto del arquitecto real Isidro González Velázquez, su uso original era exclusivamente regio, facilitando el acceso desde el Palacio Real hasta la Casa de Campo.

Con la apertura de la Casa de Campo al público en 1931—época en la que pasó a llamarse Puente de la República—se amplió su calzada para convertirse en uno de los principales accesos al nuevo parque. Aunque en 1970 su tránsito se incorporó al viario de la M-30, en 2007, tras soterrar la vía, el puente fue liberado del tráfico rodado, rehabilitado y destinado exclusivamente al uso peatonal, recuperando así su valor histórico y paisajístico.

Pasarelas del siglo XXI

El soterramiento de la M-30 y la creación del parque de Madrid Río dio lugar a uno de los puentes más innovadores del Manzanares: el puente de Arganzuela. Junto con la pasarela del Principado de Andorra o las pasarelas cáscarason ejemplos de búsquedas de otros lenguajes expresivos que en algunos casos recuerdan al barroco puente de Toledo. Al fin y al cabo, buscan que el peatón viva una experiencia al cruzar el río. Aunque esto no siempre fue así, ¿te acuerdas de cómo era la M-30 antes de Madrid Río?

Según Carlos Polimón, las pasarelas cáscara, a la altura del antiguo matadero, son una de las mejores actuaciones en Madrid Río. Se trata de una lámina de hormigón sin adornos que deja ver desde el exterior el comportamiento estructural de la pasarela. Además, en un concepto contrario al del puente de la Reina Victoria, ya que no se oculta su interior, sino que un gran mosaico lo decora, obra de Daniel Canogar.

puente de arganzuela madrid

Puente de Toledo

Pedro Ribera diseñó este puente único y voluptuoso, definido por la intersección de cilindros, bóvedas y pirámides. El resto del puente es un festín para la vista: los templetes de san Isidro y santa María de la Cabeza, las fuentes en los apartaderos, las torrecillas de entrada, los pináculos… Declarado Monumento Histórico–Artístico en 1956 y reconocido como Bien de Interés Cultural, este puente destaca por sus treinta arcos de medio punto.

Se trata de una experiencia sensorial, de la cual podemos todavía disfrutar gracias a la acción conjunta del ingeniero de Caminos Carlos Fernández Casado y el arquitecto Fernando Chueca que impidieron que el puente de Toledo se ampliase cuando se planteó hace años.

Se trata de un ejemplo magistral del estilo barroco churrigueresco. Construido entre 1718 y 1732, conecta la glorieta de Pirámides en la orilla este del Manzanares con la glorieta del Marqués de Vadillo en la orilla oeste, sirviendo de límite entre los distritos de Arganzuela y Carabanchel.

Este recorrido de algo más de 6 kilómetros entre los puentes más emblemáticos de Madrid supone un paseo por la historia viva de la ciudad y sus habitantes. Un nexo entre el pasado y el futuro de Madrid con el río Manzanares como protagonista.

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